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Una antigüedad de Disney en mi colección

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Hoy quiero compartir con todos los Disney Adictos uno de los objetos más preciados y valiosos de mi colección personal de Disney.
Se trata de un libro de Disneyland, en español, impreso en el año 1968 (tan sólo 13 años después de la inauguración de Disneyland en California). Aunque parezca mentira, todavía no tengo muy claro cómo ha llegado a mis manos este libro pero creo recordar que lo compró mi abuelo (el libro conserva en su dorso la etiqueta de unos grandes almacenes que todavía hoy existen, aunque con un logotipo distinto), después de su fallecimiento pasó a manos de mi padre y hoy ocupa un lugar especial en mi biblioteca junto a los demás libros de Disney.
El libro en cuestión, titulado “Disneylandia”, consta de unas 65 páginas, está repleto de fotografías de la época, y tiene un curioso estilo narrativo desde la perspectiva de Peter Pan que nos hace una visita guiada por cada rincón del parque.
El libo concluye anunciando que entre las nuevas atracciones que “muy pronto” se añadirán a este parque habrá una “Casa de los Fantasmas” (Haunted Mansión no se inauguró en Disneyland hasta agosto de 1969, 1 año después de la publicación de este libro), y una “Plaza de la Libertad” que evocará los tiempos gloriosos de la Guerra de Independencia americana, cuando George Washington condujo a la victoria a los colonos contra el poderosos ejército inglés y el Congreso ratificó una constitución que desde entonces ha servido de modelo a la de todos los países democráticos y libres del mundo. Y además, explica el libro en sus páginas finales, tendrá mucho mayor desarrollo un campo absolutamente innovador de la animación conocido como la “fono-animación electrónica” (estaban adelantando el auge de las figuras Audio-Animatroncs).
A continuación tenéis un extracto de las primeras páginas del libro en las que Peter Pan, nuestro guía, nos hace una breve introducción de este parque Disney.

¿Me reconocéis? Soy Peter Pan.

Walt Disney, el papá de Mickey, de Donald y de los Tres Cerditos, y de tantos otros personajes cómicos que os son muy familiares, me ha elegido a mi para serviros de guía, precisamente por las dotes que me ha dado y de las que me siento muy orgulloso; nadie como yo, efectivamente, es capaz de convertir en realidad los sueños de los niños, ni de volver a conducir a los adultos a la edad feliz de la infancia.

Pues bien, el lugar a donde debo acompañaros, por encargo de Papá Disney, es justamente al reino encantado y maravilloso donde se convierten en realidad los sueños de la infancia y donde los “mayores” vuelven a sonar como los niños…

Pero no creáis que he venido para llevaros al País de Nunca Jamás, donde transcurren mis jornadas con el Hada Campanila y el Capitán Garfio. No, nos vamos a América, a California, a visitar Disneylandia.

Seguramente habréis oído hablar de esta ciudad construida por Walt Disney para brindar hospitalidad a vuestros sueños más hermosos, a las aventuras más maravillosas.

Es una ciudad en la que se puede encontrar a Davy Crockett, a Mickey, a la Bella Durmiente del Bosque, a Pinocho, Alicia, Cenicienta, a Blancanieves; una ciudad atravesada por ríos en los que navegan barcos piratas, balsas o almadías al estilo de Mike Fink, canoas indias, barcos de ruedas del Mississipii; esta cruzada por caminos, a lo largo de las cuales corren ómnibus tirados por caballos, viejos automóviles Ford, de los modelos mas antiguos, diligencias, largas caravanas de carros cubiertos con toldos, convoyes de mulos, igual que en una película del Oeste. Una ciudad donde aparece un fuerte de la frontera americana a escasa distancia de una torre de lanzamiento de proyectiles, una aldea de cortadores de cabezas de Borneo, a diez minutos de camino de una estación espacial suspendida sobre nuestro planeta.

Pero procedamos con orden. Y perdonadme, porque es que yo, aunque ya estoy habituado al mundo de la fantasía, y aunque vivo aquí, cuando hablo de Disneylandia me emociono y me armo un poco de barullo y confusión, igual que Sabio, el más listo de los Siete Enanitos.

Así, pues, para ir de España a Disneylandia se necesitan muchas horas de vuelo, aún con el más veloz de los reactores, porque, como os he dicho, se trata de llegar al corazón de California; es preciso sobrevolar el Atlántico, y a continuación todos los Estados Unidos, desde Nueva York, atravesando las praderas centrales, hasta el Oeste, por encima de las Montañas Rocosas. A menos que no se prefiera venir por la otra parte, esto es, sobrevolando Francia, Alemania, Polonia, Rusia, China, el Japón y, finalmente, el Océano Pacífico; cuando desde las ventanillas del avión se divisan las blancas líneas de las Rocosas, yo estoy ya en casa y vosotros en Disneylandia.

Pero, naturalmente, viajando con Peter Pan no tenéis necesidad alguna de recurrir a las líneas aéreas internacionales; de hecho, ya hemos llegado. Disneylandia está ya debajo de nosotros. Desde aquí arriba, desde el cielo siempre sereno de California, podemos gozar de una visión de conjunto y admirar esta joya de la fantasía más desbordante, conjugada con las maravillas de la técnica más moderna, en su espléndido ambiente natural: las suaves colinas de la tierra, donde la primavera dura todo el año.

Como veis, la ciudad esta atravesada por una gran calle, la “Main Street”, la calle Mayor, construida por Walt Disney para recordar a los huéspedes una de las épocas mas prosperas y felices de la historia americana, la de fines del siglo pasado. A lo largo de esta “Main Street” galopan los carros colorados de los bomberos, con su tintineante campana de alarma, y recorren la calle unos tranvías eléctricos de los más antiguos modelos, ómnibus tirados por caballos, como aquellos que todavía recuerdan vuestros abuelitos, automóviles con asmáticas bocinas de goma, modelo 1905…

Por la izquierda de la “Main-Street” se entra en la “Tierra de la Aventura”, donde los visitantes hacen una verdadera exploración, propiamente dicha, en las regiones. mas fascinantes y misteriosas de los trópicos, pobladas de elefantes, hipopótamos, cocodrilos y, naturalmente, de tribus salvajes.

Más adelante, siempre en el mismo lado de la “Main Street”, tras los muros empalizados de un viejo fuerte, en la “Tierra de la Frontera”, reviven los días del glorioso pasado de América, desde la Guerra de Independencia, contra el dominio inglés, hasta la conquista de Oklahoma, extremidad última del Oeste, que permanecía salvaje aún en 1890.

En la “Tierra de la Fantasía”, en cambio, a la derecha de la “Calle Mayor”, los visitantes de cualquier edad vuelven a su infancia y se convierten en protagonistas de la leyenda de Blancanieves, de la de Alicia y de la mía propia, la de Peter Pan; y pueden volar montados en la grupa de Dumbo, curiosear en la aldea de Pinocho, en el castillo de la Cenicienta, en la casita de los avispados y graciosos Tres Cerditos.

Por el contrario, la “Tierra del Futuro” no es una fantasía ni un recuerdo; es la reconstrucción de una esperanza de que el mundo de mañana sea mejor, más hermoso, más adecuado para los hombres que el mundo del pasado.

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Información, trucos, consejos prácticos y todo lo que necesitas saber para disfrutar al máximo de los parques Disney en Orlando. Comunidad líder desde 2007.

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